miércoles, 19 de noviembre de 2014

HOGAR DULCE HOGAR

Ayer hizo una semana de mi operación y de momento todo es positivo.

Me "soltaron" el viernes, tres días después de pasar por quirófano. Estaba tan bien que no querían hacer más gasto. En realidad, gracias a las maravillosas manos de mis cirujanos (Dra. Herrero y Dr. Martínez Murillo), estaba lista para irme al día siguiente. 

Durante mi estancia no fui una paciente de lo más ejemplar porque no paré quieta.

Como me he vuelto tan extremista con el tema de la alimentación sana mi madre y mi suegra me llevaban la comida y la cena al hospital (crema de calabaza, ensalada eco, lentejas, pan para el desayuno...). Para no quedar mal con mis "carceleros", alguna de mis visitas se comía lo que me traían las enfermeras. Y así todos contentos: yo comía lo que me gustaba, alguien se iba a casa con el buche lleno y el parte médico informaba de que la enferma había hecho los deberes.

No paré de recibir visitas. Gracias a todos los que pasasteis por la habitación 321. Estaba tan animada que me levantaba a saludar, me sentaba en la cama a charlar como si estuviera tomándome una relaxing cup of coffee en la Plaza Mayor. Eso sí, por las noches estaba agotada. Y es que una tiene mucha energía, pero las baterías a veces se gastan.

Los paseos por el pasillo del hospital eran, son y seguirán siendo deprimentes, sobre todo si estás en la planta de oncología, porque sin quererlo estás constantemente recordando el porqué estás allí. 

Tuve la suerte de que me dieran la habitación en la sección de operaciones generales, pero para mover un poco las piernas tenía que pasar sí o sí por delante de las de oncología (las del numerito color verde) porque la planta da lo que da de tamaño y no hay más. 

Solía pasar a buscar a Olga, mi colega de la 330 a la que operaron en mismo día justo después que a mí. Las dos caminábamos garbosamente con nuestro clutch en una mano y nuestra litrona en la otra dos o tres veces al día.

Y ahora lo importante:

  • No he sentido dolor en ningún momento. El cirujano plástico me pautó Nolotil y Enantium cada 8 horas y estoy siguiendo fielmente sus indicaciones. 
  • He salido a la calle todos los días desde que llegué a casa. A pasear, a comer con las amigas, al teatro e incluso a visitar la feria Biocultura.
  • Mi nueva teta (a mi madre no le gusta el término, pero es una teta y es nueva, así que no se puede llamar de otra forma) sigue en su sitio evolucionando más que favorablemente. Para mi sorpresa, ajustándome el sujetador de forma estratégica, no hay tanta diferencia entre las dos, por lo que no creo que vaya a necesitar una prótesis externa hasta que me arreglen la otra.
El martes 25 tengo cita en radioterapia para que ya me digan cuantas sesiones y cuando empiezan. 

Seguiremos informando.



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