miércoles, 18 de febrero de 2015

ADIÓS PORTA

Este sencillo aparato es capaz de convertir el infierno de la quimioterapia en un paseo. Se llama portacath.




El portacath es un reservorio con un catéter que va conectado a una de las venas centrales. Sirve para administrar la quimio y también para las extracciones de sangre. 




Un gadget del diámetro de una moneda de 5 céntimos que evita que te pinchen el brazo cada sesión y te lo acaben dejando como un colador. Además, al estar conectado directamente a una de las venas principales, facilita la distribución de la medicación por todo el cuerpo.

Se coloca debajo del tórax mediante cirugía ambulatoria. La operación no es dolorosa, pero sí un poco "denterosa" si se está despierto, así que es aconsejable pedir sedación además de anestesia. Una vez cicatriza, el resultado es una especie de botón en el escote. Un poco antiestético para las mujeres, especialmente si te toca lucirlo en verano como me pasó a mí, pero sin duda es un elemento indispensable que merece muchísimo la pena.

Yo he tenido la suerte de que en mi hospital el portacath forma parte del protocolo, pero conozco algunas personas a las que se les han inflamado las venas de los brazos e inclusive las de los pies de tanto pinchazo.

Ayer me quitaron el porta después de 9 meses. Esta vez no me sedaron, dijeron que no merecía la pena porque era algo muy sencillo y muy rápido. Y así fue.  

A pesar de todo no me gusta estar consciente en el quirófano. Es un sitio en el que hace frío, donde te sientes completamente indefenso y donde no te puedes mover no vaya a ser que al cirujano se le vaya la mano con el bisturí. Además, estar escuchando las conversaciones del personal a grito pelado mientras te están tocando me pone nerviosa. 
- "Qué toca después de Luz? ¿La colocación de un porta o la exploración anal? 
- No lo sé, pregúntale a Pepa.
- ¡¡¡¡¡¡Peeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeepa!!!!!!!!!!!!!!!
- Uy, fíjate, ya son las 2. Claro, con razón tengo tanta hambre.

Y yo con la herida abierta en canal.


miércoles, 4 de febrero de 2015

3-0

Ayer me dieron los resultados de mi primera analítica casi cuatro meses después de terminar la quimio y todo parece estar en orden. Los marcadores tumorales son normales y mis queridos neutrófilos se han recuperado.

"¿Y ahora qué?" le pregunté a la oncóloga. 
"Seguimiento" me contestó.

Seguimiento significa que me van a vigilar de cerca por si el tumor o la mestástasis asoman por algún lado. No se puede hacer nada más. No existe medicación post tratamiento para los tumores triple negativo. Los hormonales se tratan con pastillas como el tamoxifeno y los HER2 positivos tienen su vacuna. Pero no hay nada para tumores como el mío. Por suerte parece que los estudios actuales sobre el cáncer de mama se están centrando en los triples negativos, así que confío en que encuentren una solución en breve.

Entretanto, lo único que se puede hacer es cuidarse, comer sano, hacer ejercicio y confiar en la ciencia. "El deporte es tu mejor medicina" me ha dicho la oncóloga. Así que está en mis planes ir al gimnasio como mínimo cuatro veces a la semana, hacer yoga y meditación y continuar yendo a la psicóloga. 

Las sesiones con Luisa me ayudan a tratar el miedo. Porque aunque parezca contradictorio, una vez que te curas sigues teniendo miedo. Es distinto al que se siente en el momento del diagnóstico. Esta vez el temor es que aquello vuelva, que alguna célula cancerígena esté pululando por el sistema linfático y se reproduzca en forma de metástasis en los huesos, el pulmón o el hígado. También puede aparecer en el otro pecho, pero eso ya sé que tiene tratamiento y que, aunque es muy engorroso, se cura. Lo que me da pavor es lo desconocido.

A finales de marzo tengo los primeros controles: analítica, eco de mama, mamografía, radiografía de tórax y eco abdominal. En paralelo tengo una resonancia en el hospital de Torrejón para que me vean la mama sana que ya he decidido quitarme.

De momento, Luz 3-cáncer 0. 

Esta victoria se la dedico a mi primo Antonio. DEP