lunes, 27 de febrero de 2017

INCAPACITADA... ¿YO?

¿Alguien recuerda el post "dulce rutina" que escribí hace poco? Para los que no quieran releerlo (yo lo he hecho), en él explicaba lo largo y tedioso que es el proceso de reincorporación al trabajo cuando has agotado el tiempo máximo de incapacidad temporal. Hablaba del expediente de incapacidad permanente que me había abierto el INSS de forma automática al agotarse mi baja, al cual renuncié en el apartado de alegaciones. 

Cuestión de tiempo y de burocracia administrativa hasta que vuelva a trabajar pensé. Calma. Ante todo mucha calma.

¿Quieres café??? Pues toma dos tazas. 

El Estado ha decidido declararme una incapacitada permanente absoluta, lo que significa que aunque quiera y aunque me encuentre bien, la Seguridad Social ha decidido que no estoy capacitada.

De la noche a la mañana y sin pedirlo me he vuelto pensionista. 

¿Pensionista? Suena a persona mayor, a jubilación. Pero no. Es un sueldo que te paga el Estado para cubrir tus necesidades y el vacío que queda cuando dejas de percibir la nómina. 

Contado así suena hasta bonito. Papá Estado te da más tiempo para descansar y recuperarte. Pero no es oro todo lo que reluce. Que te declaren incapaz duele mucho, y que la empresa suspenda tu contrato y te encuentres de repente sin oficio ni beneficio aún más. 

La incapacidad permanente absoluta es revisable y la empresa tiene que guardarte el puesto de trabajo durante dos años. Pero eso no significa que vayas a volver. Todo dependerá de como estés en el momento de la revisión y de lo que decida el tribunal médico del INSS. 

Mientras tanto has perdido la conexión con tu trabajo y con tus compañeros, te han finiquitado, has devuelto el móvil, el ordenador y la tarjeta de entrada. Has perdido hasta la antigüedad.

Mi terapeuta dice que es un duelo que hay que pasar y que lleva su tiempo. No me cabe la menor duda de que lo superaré como he hecho con otros tantos duelos que se me han presentado en la vida.

Soplan vientos de cambio y aquí estoy para capear el temporal.

Como dice Bob Dylan... "For the times they are a-changing".

miércoles, 15 de febrero de 2017

LA BATALLA DE LA VIDA

Hoy es el día mundial del cáncer infantil y todas las pantallas y las redes sociales se llenan de mensajes con palabras como "lucha", "resistir" y "batalla". 

No es que me moleste. Al contrario. Es sólo que pienso que es muy fácil que se nos llene la boca de palabras valientes en días concretos y determinados.

Pero la vida en sí es una batalla en la que hay que luchar cada día. Unos luchan por vencer al cáncer, otros por encontrar un trabajo digno con el que mantener a sus familias, otros para combatir las injusticias sociales... El caso es que cada uno tiene sus motivos para levantarse cada día, ponerse la armadura y vivir. 

Muchas personas han elogiado mi actitud frente a la enfermedad, mi fuerza para ponerme en marcha, seguir e incluso ver el lado positivo de lo que me está pasando. Resiliencia lo llaman. Yo siempre digo que no es meritorio tener una actitud positiva, es necesario. 

Desde que nacemos estamos expuestos a las amenazas de la vida. Eso es vivir. 
Vivir es luchar. Vivir es abrirse camino. Vivir es sortear obstáculos y avanzar. Vivir es mantenerse a flote. Vivir es sobrevivir.

Eso es lo que hacen cientos de niños y adolescentes a los que el cáncer les ha arrebatado la posibilidad de tener una vida "normal". Gracias a todos los que hoy habéis transmitido mensajes de aliento y esperanza. Hagamos que no queden en el olvido hasta el 15 de febrero de 2018.

https://www.youtube.com/watch?v=qCeAIFtFVvk

https://www.youtube.com/watch?v=yqLDL86oB5g

https://www.youtube.com/watch?v=8WATgU5PduE

 

miércoles, 1 de febrero de 2017

MI CÁNCER Y YO



Se acerca el día mundial del cáncer y el aniversario del inicio de mi quimio con carboplatino.

Y aquí estoy.

Soy la misma pero distinta. Tengo otros valores, otras prioridades e incluso otro look.

Nos guste o no el cáncer forma parte de nuestras vidas. Es una epidemia que no distingue entre ricos y pobres, jóvenes y mayores, mujeres y hombres... Todos estamos expuestos. Y si no que levante la mano el que no tiene a alguien cercano que tenga o haya tenido cáncer.

Cuando te toca es una desgracia, se te desgarran el alma y el cuerpo y piensas ¿por qué a mi si yo no he hecho nada? Y no hay respuesta. No es tu culpa ni la de nadie y no sirve de nada darle vueltas. El cáncer ha llegado y lo único que puedes hacer es plantarle cara.

De eso va mi post de hoy.

¿Qué puedo hacer yo?

La respuesta es MUCHO.

Cuando te diagnostican todo son temores: miedo a morir, miedo a la quimio y a sus efectos secundarios, miedo a perder el pelo, miedo a hablar del tema, miedo a lo desconocido... miedo, mucho miedo.

Los médicos se convierten entonces en tus mejores consejeros. Te guían, te ofrecen el mejor tratamiento posible y pasas a depender de ellos para todo. 
El oncólogo es el gurú que todo lo sabe y el que va a marcar tus pasos porque sientes que tu vida está en sus manos. No harás nada sin consultárselo.

Es tal la dependencia que se crea que te olvidas de que nadie te conoce mejor que tú y que, aunque necesitas la medicina para curarte, puedes (y debes) poner de tu parte para que el tratamiento sea lo más efectivo posible.

Tu aportación al proceso debe empezar por la PREVENCIÓN: autoexploración, revisiones ginecológicas periódicas, alimentación sana, deporte y estar bien con uno mismo son claves para prevenir el cáncer.

Aún así nadie es infalible y por mucho que cumplas con los consejos anteriores te toca. Es entonces cuando tienes que tomar consciencia de lo que pasa y poner toda la carne en el asador.

La alimentación es CLAVE para paliar los efectos secundarios de la quimio y mantener la energía durante el proceso. Ya he hablado de esto en un post anterior, pero la experiencia me ha demostrado que es tan importante que me estoy especializando en el tema estudiando sobre ello.

El deporte, otro de los pilares del bienestar, la mejoría y la supervivencia. Haz lo que puedas, no te fuerces, pero haz algo: sal a pasear, nada, corre o baila. Todo vale para que el corazón bombee sangre y eliminar toxinas.

Escucha a tu cuerpo. Aunque no lo creas te habla.
Comenta con tu médico todo lo que sientas y lo que te pase por la cabeza. No te quedes con las ganas de preguntar por tonto que te parezca lo que vas a decir.

Pide pruebas si crees que las necesitas. Una resonancia craneal me detectó una metástasis cerebral a tiempo y gracias a eso sigo aquí escribiendo.

Consulta a otros médicos. Pide una segunda opinión, una tercera y una cuarta si hace falta. Te parecerá caótico, pero te ayudará mucho a encaminar tu tratamiento a tu manera y con quien tú quieras.

Lee, investiga y únete a grupos para hablar del tema. Compartir experiencias es una de las terapias más enriquecedoras que existen.

Y nunca, nunca bajes la guardia. No te obsesiones y VIVE, pero mantente alerta.

Te lo dice una bloguera tres veces superviviente.