martes, 20 de junio de 2017

MUCHO QUE CONTAR, POCO QUE DECIR

Hace varias semanas que no escribo. He estado muy ocupada haciéndome pruebas.

Vamos por partes:

Me operaron la axila el 8 de mayo. No era un ganglio lo que había, sino una adenopatía adherida a la pared axilar. Decidieron darme radio y ahí empezó la maratón de pruebas radiológicas.

Mi oncólogo, el Dr. Martín, me mandó un PET TAC post cirugía para ver como estaban las cosas por la zona operada y por el resto del cuerpo. Los resultados no fueron del todo alentadores. Mi cuerpo captaba contraste en 3 sitios diferentes, lo que significa que había "posibilidad" de metástasis en tres puntos. El más significativo la pala ilíaca izquierda. La cadera, hablando en castellano del español de a pie.

"Vamos a hacerte una resonancia de pelvis para ver lo que es porque no está claro". 

Otra prueba...

Entretanto idas y venidas a oncología radioterápica: un TAC para marcar el punto de irradiación; cálculos de los metafísicos para no pasarse con el rayo y achicharrarme la zona; corre a tu antiguo hospital y tráeme los datos de la radioterapia anterior... Y todo esto con prisa, porque son 5 semanas de radio y yo ya tengo mi billete para las vacaciones familiares desde hace meses y necesito el mar como el comer.

Todo llega. Por fin el lunes 19 de junio empecé el tratamiento de radioterapia en la axila. 5 semanas. Justo para terminan y subirme al avión.




En paralelo a mi periplo radiooncológico me hice la reso de pelvis. Confirmado: metástasis ósea en la cadera izquierda. ¡EPTC! (lo siento, esta expresión sólo pueden entenderla mis amigos más cercanos).

En dos días veo al oncólogo y definiremos los pasos a seguir. ¿Quimio? ¿Radio? ¿Cirugía? ¿Inmunoterapia? A sus órdenes Dr. Martín. 

¿Cómo me ha sentado la noticia? Mal, muy mal. 

¿Qué voy a hacer? Seguir, siempre seguir.