domingo, 28 de junio de 2015

LOS GENES

Seis meses después de mi primera visita al departamento de genética de la Fundación Jiménez Díaz por fin me han dado los resultados del test.

Pensaba que el diagnóstico me iba a dar igual, que lo importante era saberlo para actuar en consecuencia. Si tenía alguna alteración genética me haría un "Angelina Jolie" y listo. Con eso se eliminaría gran parte del riesgo de volver a tener cáncer de mama y, lo que es peor, tener uno de ovarios.

Pero el viernes llegué a la consulta temblando. Hacía mucho tiempo que no tenía esa sensación. De repente me di cuenta de las consecuencias reales de un positivo y cuantos familiares tendrían que pasar por la consulta del genetista para hacerse la prueba. 

La espera fue eterna. Cuando por fin entramos el doctor Saoud Swafiri nos dijo que habían tardado tanto porque en vez de analizar sólo los ya conocidos BRCA1 y BRCA2, habían estudiado otros trece genes más que se asocian con el cáncer de mama y/o ovario familiar. Quince en total.

El resultado: paciente no portadora de variantes patogénicas en los genes BRCA1, BRCA2, TP53, PTEN, STK11, CDH1, PALB2, CHEK2, ATM, BRIP1, MLH1, MSH2, MSH6, PMS2 y EPCAM.

Me levanté, abracé al médico y después a Isam que estaba temblando como un flan.

Otra fase concluída. La próxima la operación de la otra mama: 7 de julio, San Fermín.


miércoles, 10 de junio de 2015

¿TÚ QUIÉN ERES?

A veces me hago esta pregunta cuando me miro al espejo.

He cambiado. El cáncer me ha cambiado.

Y no me refiero sólo a los cambios físicos que son más que evidentes. De pie delante del espejo veo a una persona a la que estoy empezando a conocer. Mi rostro y mi cuerpo son diferentes. El pelo, tan corto como nunca pensé que llegaría a tenerlo, dibuja una cara que no es la mía.  Por momentos me gusta, pero no llego a simpatizar con ella.
Y el cuerpo. Los pechos asimétricos me recuerdan constantemente que eso que veo no es mi cuerpo y el corte transversal en la mama derecha es una cicatriz que dudo mucho que el tiempo consiga borrar.

En el plano psicológico también hay cambios. Muchos. Efectivamente valoras más las cosas que tienes, el tiempo, la vida, las personas que están contigo, los paseos, la playa... todo tiene más color, más sabor, más olor y más vida. Esa es la parte más bonita 

Pero a la vez te vuelves una persona mucho más sensible y vulnerable, siempre alerta. Cualquier mención de la palabra cáncer o alguno de sus síntomas dispara las alarmas. 

Ayer mismo me pasó. La muerte de Pedro Zerolo me afectó mucho. Y no tanto por la persona que se ha ido, a la que no conocía personalmente pero por la que siento una gran admiración, sino porque ha muerto de cáncer. De eso mismo que yo he tenido. Ya sé que el suyo era otro tipo de cáncer, que nada tiene que ver con el de mama. Pero tenía cáncer y se ha muerto. Punto.
Eso significa que no vale con ser una persona fuerte, luchadora y tener unas enormes ganas de vivir. No vale con tener acceso a la mejor medicina y al mejor tratamiento. No vale con cuidar la alimentación y hacer deporte. A veces el cáncer te puede. Y eso me da miedo, mucho miedo.

Tengo la sensibilidad a flor de piel. No encajo bien las críticas ni los cambios de humor de los que me rodean y se me saltan las lágrimas con mucha facilidad. No importa si lo que estoy sintiendo es felicidad o desdicha. El mero hecho de sentir de una manera tan especial me hace llorar.

Me he vuelto más asertiva. Siempre he sido una persona muy segura de mí misma y dicen que ese tipo de personas son las que tienden a ser más asertivas. Pero a mí esta vez la asertividad no me viene de ahí, sino de haber descubierto que la vida tiene mucho valor y que tengo que hacer lo que me haga sentir bien. Eso sí, siempre desde el respeto hacia los demás y sin herir los sentimientos de nadie.

Espejito espejito, yo me llamo Luz. ¿Tú quién eres?