viernes, 11 de marzo de 2016

TRATAMIENTO DE UNA RECIDIVA. CAPÍTULO 2

Día 1. Jueves 3/3. Después del clásico analítica + oncólogo llegó la tan esperada segunda quimioterapia. Me han bajado un poco las dosis para que las defensas aguanten bien. 
Nos dieron cita en el hospital de día a las 13.30, así que hicimos horario de guiris y nos fuimos a un restaurante indio a comer a las 12.30. Me comí un plato de garbanzos con verduritas, cúrcuma y jengibre que no se lo salta un gitano y después me eché una siestecita en la sala de quimio. Salí como nueva.






Días 2 y 3. Hago vida completamente normal. A ver cuanto dura lo bueno...

Día 4. Por la mañana empiezo con las inyecciones de Neupogen, esta vez durante siete días para evitar que mis neutrófilos se desplomen. Se repite el esquema del tratamiento anterior. Paso un día estupendo comiendo en casa de mi querida guerrera Lola, pero por la tarde empieza la caída en picado. Bueno, ya sé que son los efectos de la quimio y que se pasarán en unos días. Sofá, series, pelis y grandes dosis de paciencia.

Días 5, 6, 7 y 8. Se nota que la dosis ha sido menor porque estoy menos cansada que la vez anterior. Me puedo mover, tengo apetito e incluso me preparo mi comida. Cuando las fuerzas me lo permiten salgo a dar un paseo con los perros Por la noche me suelo tomar un paracetamol porque me duelen todos los huesos. 

Día 9. Estoy casi recuperada. Sigo con algo de malestar en el estómago. Son sólo reflujos, pero a veces son muy molestos. Es como tener resaca. Tienes sensación de hambre constantemente pero lo que comes no te sienta bien. 
Hoy he ido a mi segunda sesión de bioenergía. Voy a esperar a los resultados positivos (o eso espero) en la próxima analítica para escribir sobre el tema.

Día 10 y sucesivos. Ya pasó. Ahora a disfrutar de unas semanas de tranquilidad y buena salud. 

El bulto sigue decreciendo. Tiene los días contados.






jueves, 3 de marzo de 2016

OTRA VEZ LOS MALDITOS NEUTRÓFILOS

Ha sido una semana interminable hasta que por fin me han dado la segunda quimio. Los chutes estaban pautados cada tres semanas y el primero fue el 4 de febrero (Día Mundial del Cáncer), así que el siguiente tocaba el 25, aunque el oncólogo me citó el 24.

Martes 23/2. Son las 7 de la mañana. ¡Arrrriba! Hoy toca analítica a las 8.

Miércoles 24/2. Visita al oncólogo para revisar los análisis. Suspenso. No tengo suficientes neutrófilos. Hay que ver la guerra que dan esos bichitos (como decía Pilar). El recuento es de 700 y necesito como mínimo 1000. Media vuelta y vuelva usted mañana.

Lo bueno buenísimo es que el doctor me tocó el bulto de la axila y se ha reducido. ¡La quimio está funcionando! Ha pasado de tener el tamaño de una nuez al de una almendra (las dos con cáscara).

Empiezo mi tratamiento de bioenergía o biofeedback para subir las defensas. Dedicaré un post a este tema tan interesante.

Jueves 25/2. Madrugón para ir a sacarme sangre otra vez y visita al Dr. Martín. Los neutrófilos han subido pero no lo suficiente. Ahora tengo 800. Parece que la curva de crecimiento va en aumento, así que a casa a descansar y volvemos a probar suerte el lunes.

Lunes 29/2. Se repite el esquema del jueves (analítica y onco). Más de lo mismo. Esta vez decide ir a lo seguro y me manda inyecciones Neupogen durante tres días empezando ese mismo día. 

A mandar. Me pincho lunes, martes y miércoles.

Jueves 3/3. Una clásica mañana en el hospital con la buena noticia de que mis neutrófilos están en 22.000!!!! Tan alto es el número que los del laboratorio se pusieron como locos a hacer otras pruebas para ver si tenía leucemia. Se tranquilizaron cuando hablaron con el doctor Martín y les dijo que me estaba pinchando Neupogen.

Una semana más tarde de lo previsto me estaban enchufando por segunda vez. ¡Qué alivio! 

Es curioso, al principio no quieres saber nada de la quimioterapia y una vez que empiezas no puedes vivir sin ella. Es un tratamiento muy fuerte, da mucho miedo y en el hospital de día te enfrentas a tu realidad: tienes cáncer. Todas las personas que están allí están pasando por lo mismo que tú y lo que ves no siempre es agradable. 

Esta semana de eterna espera he aprendido que cuando uno está enfermo no se pueden hacer planes a futuro. Hay que concentrarse en el presente y poner todas las energías en la curación. Desde que me pautaron el tratamiento estuve calculando a golpe de calendario cuando terminaría la quimio, cuando me operarían, cuando acabaría la radio... Qué bien, pensaba, para finales de julio está todo finiquitado y tengo el verano para recuperar fuerzas y volver a trabajar. 

Pero las cosas no siempre son sota, caballo y rey. Ahora el que manda es el oncólogo y esos neutrófilos que nos vuelven locos a todos.