jueves, 11 de agosto de 2016

LA VIDA ES COMO UNA CAJA DE BOMBONES




Mi cáncer y yo estamos en tablas, hemos pactado una tregua veraniega en espera de la revisión de septiembre y de las instrucciones de mi oncólogo.

Y mientras mi cuerpo descansa y va eliminando poco a poco la toxicidad, mi cabeza no para de pensar. Y es que estoy enfadada con la vida. Mucho. No consigo entender el porqué de esta enfermedad. No puedo asimilar los diagnósticos y mucho menos las recaídas en gente joven y con un estilo de vida saludable.

Para que me entiendan los que me leen... Dos de mis grandes amigas y compañeras de batalla están otra vez en la lucha por curarse. El tema es serio. Las dos se habían curado, estaban retomando las riendas de sus vidas cuando se encontraron algo sospechoso que disparó todas las alarmas. Otra vez pusieron la maquinaria en marcha a todo gas: médicos, pruebas diagnósticas, analíticas...

Y es que con el cáncer hay que estar siempre alerta. Los que hemos sufrido esta enfermedad no podemos bajar la guardia. Nunca. Hay que explorarse, hay que ir a las revisiones y exigir que te miren hasta el último centímetro del cuerpo porque, por desgracia, el tumor puede estar escondido en cualquier rincón.

Ellas siguieron todos los protocolos y encontraron al bicho. Por eso hoy están participando en sendos ensayos para curarse. Y lo van a conseguir.

Una me dijo un día que estaba cansada. 
Cansada de no poder hacer vida normal, de no poder hacer planes, de no saber como va a encontarse mañana, de meterse en la máquina del TAC temblando y esperar durante una semana unos resultados que definirán sus próximas semanas y meses. 
Me dijo que entendía a las personas que desistían de los tratamientos y dejaban que el destino guiase sus vidas.
Me dijo que a veces le daban ganas de tirar la toalla.
Pero también me dijo que no lo iba a hacer, porque con esta enfermedad no está permitido debilitarse. Se puede llorar, se puede patalear y se puede insultar a la madre que parió al tumor, pero no rendirse. Nunca. Porque entonces encuentra su hueco y se cuela.

Marta y Cova, os quiero como si os conociera de toda la vida. Hemos pasado tantas cosas juntas que ya formáis parte de mi vida. 

Hasta el infinito y más allá!!!