viernes, 22 de agosto de 2014

LA CELDA DE AISLAMIENTO

Estoy en el hospital. Es viernes 22 de agosto. Han pasado dos semanas desde que empecé las quimios fuertes (las del líquido naranja).

Me creía invencible ante tanta toxicidad en el cuerpo. Estaba llena de energía, hacía deporte sin parar y comía muy sano. Nada podía pasarme.

Pero el miércoles por la noche me noté muy cansada. Tenía los mismos síntomas que la gripe (piernas cansadas y fiebre). Me tomé un paracetamol y al día siguiente fui a la oficina. Otra vez los mismos síntomas a media mañana. Otro chute de paracetamol y "palante". Por la tarde fuimos a buscar a nuestra nueva mascota. Es una perrita beagle que se llama Milka. Yo estaba emocionada.



Pero cuando llegamos a casa con la nueva criatura volví a sentirme mal, así que decidimos llamar al oncólogo de guardia. Me mandó directamente al hospital para hacerme una analítica y ver como estaban mis defensas.

Mal mal mal. Para que os hagáis una idea hay que tener aprox 1.500 neutrófilos para que te den la quimio y 500 para que tu cuerpo pueda defenderse de los agentes externos. Yo tenía 80 cuando ingresé anoche.

Me metieron en una habitación de aislamiento. Significa que no puedo salir y que todos los que entren deben llevar mascarilla y guantes. Antes de chutarme paracetamol en vena para bajarme la fiebre, esperaron a que me subiera a 38 para sacarme sangre y hacer un cultivo a ver que virus es el que me provoca la subida de temperatura. Después me inyectaron un antibiótico y me pincharon una inyección para subir las defensas.

Me he aburrido todo el día. Con las drogas que me suministran me siento muy bien y quiero irme a casa. Eso de estar encerrada me da un poco de claustrofobia. Por fin ha pasado la oncóloga a las 6 de la tarde. Mis defensas han subido a 170, pero no es suficiente. Tengo que estar aquí hasta el lunes o martes.

Así que nada, paciencia, lectura y a escribir el blog a ver si alguien lo lee.

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