Desaparece la izquierda. Y no me refiero a la de Felipe González o Zapatero, sino a mi teta.
La zurda, la sana, la que aguantó, la que no se dejó contagiar, la que quedaba solita.
Y se va porque yo lo he decidido así, porque creo que elimino riesgos de que la enfermedad vuelva a aparecer. Puede asomar por otros sitios, pero no por la mama. Y estoy segura de mi decisión y muy contenta con lo que voy a hacer.
Así que una vez más entraré a la operación sonriendo, porque sé que después de la siestecia en el quirófano el resultado va a merecer la pena.
No me tengo que olvidar de pintarme con lápiz de ojos el brazo derecho: "no pinchar aquí. Posible riesgo de linfedema". No vaya a ser que se equivoquen y salga con el brazo como una morcilla.
Me voy a dormir. Mañana a las 07.30 me esperan en el hospital de Torrejón. Gracias a todos los que habéis llamado hoy para darme ánimos porque eso demuestra que me queréis. Y a mi me gusta mucho quererme y que me quieran.
#yomemimo
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